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miércoles, 3 de marzo de 2021
El inicio del conocimiento por José Luis Hoyo Arana
Sabemos que los griegos fueron quienes iniciaron e hicieron fructificar el conocimiento científico, lo que les permitió liberarse de los prejuicios, de los mitos y del pensamiento mágico ligados a héroes y divinidades de distinto signo, que le permitían al hombre común de aquellos tiempos avizorar la incomprensible realidad de su entorno. Dioses benévolos y demonios malignos se mezclaban en un mundo mágico, favoreciendo o perjudicando al mísero ser humano, sujeto a sus vaivenes y caprichos.
Sin embargo, cualquier tratado de Historia de la Filosofía (Hegel, Hirscberger, Strauss, Copleston) nos enseña cómo los presocráticos (Tales de Mileto, Anaxímenes, Anaximandro) fueron los primeros en ocuparse de observar directamente la naturaleza y preguntarse por su composición última, ya fuera la tierra, el agua, el aire o el fuego. Es famosa la anécdota en la que Tales de Mileto caminaba contemplando los astros al atardecer, de manera que, distraído en sus observaciones, cayó en una zanja de la que salió maltrecho y enlodado. Una doncella que presenció el percance, se burló de él, lo cual incomodó de tal manera al filósofo que acudió con unos agricultores, a los que comentó que con base a los conocimientos por él adquiridos podían mejorar significativamente sus cosechas.
Sus interlocutores obtuvieron productos en abundancia, cuyos beneficios compartieron con el filósofo. Éste a su vez regresó a encarar a la doncella, mostrándole el peculio obtenido y advirtiéndole que no había caído en la zanja por ignorante, sino porque había conocimientos abstractos mucho más importantes para el intelecto humano, que los obtenidos par la simple sobrevivencia.
La anécdota de referencia nos proporciona las bases del conocimiento científico: la investigación básica precede a la investigación aplicada, pues esta última no es posible sin el bagaje de conocimientos abstractos que se requieren para su aplicación práctica. Hegel a su vez describiría el proceso del conocimiento desde la simple certeza sensible hasta su culminación en la Ciencia, en la obra cumbre que habría de coronar la trayectoria del idealismo alemán: La Fenomenología del Espíritu.
Así pues, no es para nada ocioso empezar el arduo ciclo de la enseñanza universitaria a partir de la filosofía: los conocimientos abstractos, la aplicación de la lógica formal y de la lógica dialéctica, la reflexión teórica que permite contemplar la realidad desde una altura de miras (teoría procede del verbo griego Teoréin, contemplar desde lo alto), para concebirla y comprenderla más allá de su apariencia inmediata.
Tras haberse ocupado por un largo periodo de la observación de la naturaleza, los clásicos griegos pasaron de la etapa cosmogónica a la fase antropológica, o sea, a observar la forma en que los hombres conviven y se relacionan entre sí. El primero de ellos fue Sócrates, hijo de una partera, quien advirtió que el conocimiento científico requería forzosamente de una aproximación metodológica y de una reflexión teórica para darle cuerpo y coherencia. En analogía con el oficio de su madre, empleó la mayéutica (que etimológicamente significa parir, dar a luz), como una forma de extraer las ideas y capacidades de sus discípulos a través de la reflexión, hasta llevarlos a razonar y observar por cuenta propia. Sus discípulos asumieron consecuentemente una actitud crítica y solían poner en tela de juicio los mitos y creencias de la sociedad ateniense. Sócrates fue juzgado públicamente y obligado a suicidarse en su celda, bebiendo la poción mortífera de la cicuta. Aunque algunos de sus discípulos, entre ellos Platón, sobornaron a la guardia para que su mentor pudiera escapar, éste les proporcionó una última lección de sustancial contenido ético: agradeció su interés por su libertad y su vida, pero dijo que, como miembro de la ciudad, estaba obligado a acatar las leyes atenienses, y si los jueces se habían equivocado en su fallo, ellos mismos tendrían que reconocer públicamente su error y actuar en consecuencia.
Platón aprendió de Sócrates la importancia de la reflexión y del método. Con el correr del tiempo, habría de fundar su propia escuela, la Academia, anexa a los jardines de Academo donde solía pasear dialogando con sus discípulos, diálogo que empleó como método de exposición de los razonamientos sujetos a controversia, para llegar, a través de la discusión, a consecuencias válidas y coherentes. Como método de investigación empleó la deducción axiomática, partiendo de un principio universalmente aceptado y comprobado, para extraer sus consecuencias prácticas. Tal es el principio de la Justicia enunciado en La República, que deriva en la especialización de la actividad laboral y en la división social del trabajo, concibiendo teóricamente una sociedad en cuya cúspide estarían los más sabios, únicos responsables del gobierno de una sociedad justa. Pero vayamos por partes.
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ResponderBorrarLa filosofía está más allá de las aulas de estudio, más allá de las ideas preestablecidas marcadas y pautadas, la filosofía vive en cada ser humano, el uso de la razón se hace evidente cuando a través de la observación y reflexión podemos reconocernos como figuras pensantes y críticas del mundo. La filosofía puede sonar peligrosa, pero eso es lo que la hace tan seductora, la filosofía nos permite contemplarnos como parte de una sociedad, nos permite también modificarla a través del uso de la razón, la filosofía está viva en cada pregunta de reflexión que se nos plantea desde el diálogo interno. Esta área de conocimiento está en cada milímetro de la vida, es nuestro deber como seres pensantes el hacer uso de la razón para establecer la en el medio, para entendernos y entender al “otro” invisible. La filosofía ha sido muy criticada, se nos ha negado el derecho a la divagación y al “ocio” pues este tipo de análisis puede resultar peligroso para el sistema en el que vivimos, el pues uso de la razón nos permite ser críticos del sistema y de la realidad planteada.
La filosofía siempre estará viva, a pesar de que algunos la consideren obsoleta, a pesar de que la modernidad no le dé el crédito de ciencia, hacer filosofía nos distingue como seres humanos, la razón es ese don de reflexión y abstracción. Es importante conocer la tradición filosófica, para poder tener algunas bases y conocer cómo ha cambiado el pensamiento humano a través del tiempo y posteriormente como seres individuales y colectivos recrearnos y replantearnos.