Marco Lopátegui Torres
Como el resto de las actividades de educación superior, la contingencia sanitaria supone un gran reto para la internacionalización. Así, al inicio de la pandemia los estudiantes internacionales se enfrentan problemas económicos y emocionales porque, en muchos casos, se encuentran lejos de sus hogares. Con la crisis de las aerolíneas y el cierre de algunas fronteras, su situación se ha agudizado (Alcántara, 2020). El reto es, entonces, cómo tejer referencias culturales y de conocimiento en entornos virtuales en el marco de la movilidad internacional entrante, que tiene un impacto directo en la formación de nuestros estudiantes.
Según Cascante (2017), la construcción de las herramientas docentes para los profesores universitarios ha sido abordada desde varias perspectivas. En principio, la orientación tradicional o clásica asume que los modelos de formación dotan a los docentes de temas y herramientas que, eventualmente, son garantía de una educación de calidad. En este sentido, algunos autores como Langevin, Biloudeau, Boisclair y Braccon (2007) y Sorayan y Frenay (2010) (apud Cascanate, 2017) describen la formación de docentes universitarios, como la adquisición de conocimientos y técnicas sustentadas contenidas en un discurso prescriptivo de lo que debe hacer el profesor.
Una segunda agrupación, que se deriva de la orientación pedagógica práctica y desde un enfoque constructivo, concibe la formación de los docentes como una relación subjetiva que parte de la interacción de los sujetos, a partir de la interpretación y el ejercicio reflexivo de la realidad práctica en la que se desarrolla el docente. Bajo esta perspectiva constructivista la formación pedagógica es parte del desarrollo profesional del docente universitario y contribuye al fortalecimiento de las capacidades de los sujetos, para actuar en la transformación de las situaciones de trabajo basadas en las situaciones vividas, interrogando la naturaleza de su labor y con ello apropiándose de su actividad (Cascante, 2017).
Desde esta última perspectiva, el contexto de la pandemia y el alejamiento físico que esto supone brinda a los docentes universitarios una oportunidad vinculada tanto con el uso de herramientas técnicas, que en algunos casos son desconocidas por los profesores, como con el desarrollo de nuevas prácticas para la mejor construcción del conocimiento. Las nuevas condiciones de enseñanza-aprendizaje brindan un espacio de reflexibilidad tanto para los alumnos como para los docentes, que puede derivar en un fortalecimiento de capacidades de ambos.
El nuevo proceso educativo se encuentra inscrito, además, en un contexto en el que es fundamental formar estudiantes globales que adquieran capacidades, herramientas y habilidades en el exterior, donde la internacionalización es una herramienta fundamental. Los aspectos sustantivos de la educación superior contemporánea se inscriben en la globalización: no sólo la movilidad de los estudiantes e iniciativas de internacionalización, sino también la investigación colaborativa y, cada vez más, la articulación de redes globales de conocimiento y otros aspectos (Altbach y Wit, 2020).
La internacionalización supone una doble vía. Por un lado, recibir dentro de la IES a alumnos y docentes de IES de otros lugares del mundo y por el otro, enviar a nuestros estudiantes y profesores a Centros educativos globales. El programa propuesto se centra en la primera modalidad partiendo de que, al atraer a estudiantes extranjeros a un espacio educativo, éstos comparten sus conocimientos y cultura con los locales; es decir, se crean espacios aprendizaje intercultural, sustantivos para lograr una educación de calidad, de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la Naciones Unidas.
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