Porfirio Mauricio Gutiérrez Cortés
En referencia singular al campo de la administración pública, para Gjelstrup y Sorensen21 enfrentar la comprensión de nuevas preguntas desde este campo, implica poner en juego la relación entre dos elementos analíticos. Por un lado, la identificación de los principales cambios empíricos ocurridos en el seno de las democracias liberales, así como la consideración de sus implicaciones en el desarrollo de las sociedades y por otro el conjunto de las aproximaciones y desarrollos teórico-conceptuales desde los cuales se busca su adecuado dimensionamiento, tratamiento y explicación. De acuerdo con estos autores, el principal objetivo que anima el desarrollo del campo de conocimiento es la búsqueda por observar, comprender y explicar las múltiples dimensiones de transformación y cambio de las sociedades contemporáneas y sus impactos en los fenómenos administrativos. Éstos, vale añadir, se caracterizan por una variable que sintetiza su relación: complejidad.
Los cambios en las condiciones de operación y funcionamiento de los aparatos administrativos ocurridos a lo largo de las últimas tres décadas, sin generalizar las formas diversas de impacto y asimilación por parte de los países que integran las distintas tradiciones administrativas,dieron lugar a intensos procesos de centralización y fragmentación en los sistemas políticos de diversas democracias liberales, tanto avanzadas como en fortalecimiento. De manera que, en términos generales, como apuntan Gjelstrup y Sorensen, “el cambio radical en la manera en que se realiza la gestión pública requiere de reconsiderar la organización, rol y funcionamiento de la administración pública”.
Una forma de reconocerlo es que distinguimos una especie de necesaria ampliación en la significación de algunos de sus principales supuestos. Peters ejemplifica esto en la forma de un juego de implicaciones. Propone distinguir que, en el estudio de la administración pública, a partir de la década de los setenta y ochenta, observamos un giro que va de la posibilidad de contar con respuestas sencillas, hacia un escenario que se caracteriza por presentar preguntas difíciles. Las primeras amparadas en un marco de comprensión que suponía una relación estrecha entre un conjunto de formas organizadas de conocimiento surgido de necesidades prácticas sobre su operación y eficiencia. Y las segundas, sobre las que resulta difícil distinguirlas como producto un desarrollo teórico-metodológico particular, o como resultado de la re dimensión de su objeto simbólico. Lo cierto es que, como parte indispensable de su reflexión contemporánea, se distinguen nuevos actores, tanto en el entorno de competencia política vinculados con el diseño de políticas, como a través de las nuevas categorías empleadas para aproximarse a su práctica y estudio tales como directores, productores de bienes y servicios públicos, y clientes y usuarios. En síntesis, un escenario en el que priva la necesidad de dimensionar la complejidad de lo observado como una condición indisociable, no dependiente del medio de análisis, y que demanda novedosas formas de observación y análisis.
Al mismo tiempo, estas formas y sus significados, en muchos casos se traslaparon –más que integraron– con las formas y estructuras de viejos conceptos y estructuras sobre formas organizacionales y del funcionamiento de los gobiernos, como las condiciones propias de las burocracias públicas gubernamentales. Así, por ejemplo, no obstante, ha sido posible establecer criterios de aproximación para redefinir formas distintas de governance, se han promovido de igual manera la desvinculación entre formas tradicionales de gobierno jerárquico burocrático y los procesos de coordinación como señalan Gjelstrup y Sorensen.
En este mismo plano podemos señalar la importancia que ha adquirido el fortalecimiento de la democracia en las agendas de gobierno y de investigación en distintas tradiciones. Sólo por poner otro ejemplo, se han puesto en evidencia cada vez con mayor énfasis e importancia las problemáticas que enfrentan las estructuras de organización y operación de las organizaciones gubernamentales frente a procesos políticos, electorales, y de movimientos sociales como el feminismo. Lo cual, al tiempo, ha dejado ver las debilidades de las condiciones de desarrollo burocrático, que lucen cada vez más son ineficaces, costosas y alejadas del bien común (Nieto), al tiempo que se afirman como instrumento de control y dirección de la vida pública.
Este mismo interés es destacado por Dragan Staniesevski y Hugh Miller, como un espacio del que emerge la necesidad de considerar la importancia de la deliberación inter-cultural como resultado del reconocimiento de la diversidad y la pluralidad; Karina Sehested apunta el rol democrático de los ejecutivos-administrativos en los gobiernos locales en la dirección de sus estructuras burocráticas; o bien en un sentido similar al de G. Peters, Juliet Musso plantea diversos cuestionamientos en relación con el rol de la administración pública en el desarrollo e institucionalización de nuevas formas de fortalecimiento democrático.
El objetivo de presentar estos argumentos es señalar que las transformaciones que tienen lugar en los sistemas políticos y en las prácticas administrativas han dejado ver nuevos e intensos debates para los cuales es menester redefinir nuestra propia concepción de disciplina, así como ampliar el registro de posibilidades de alcance interpretativo del propio campo. A diferencia de la agenda en la construcción teórica en la administración pública a lo largo de la primera mitad del siglo XX, que se concentró en la mejora en los procesos organizacionales, la eficiencia de las estructuras de coordinación y el diseño de reformas gerenciales, las últimas décadas han vuelto la vista sobre preguntas que reconocen también la preocupación por contribuir a que las instituciones públicas sean más efectivas y acordes al fortalecimiento de la gobernación democrática. En general esto ha destacado la importancia por reconsiderar y plantear nuevas formas de aproximación para comprender por ejemplo el papel de los modelos de desarrollo organizacional bajo nuevas perspectivas teóricas. Lo cual, abre necesariamente la puerta a la investigación interdisciplinaria, aunque, como hemos visto, manifiesta los retos disciplinarios del campo de la administración pública para poder hacerlo.
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